Así expulsó de su show al candidato del PNP a la alcaldía de Carolina, Humberto Cobo Estrella. “¡Váyase de mi programa! Vete ahora mismo”, dijo airado el periodista. Tremendo toma y dame se formó esta mañana en el programa del periodista Rubén Sánchez en WKAQ y el candidato a alcalde de Carolina por el Partido Nuevo Progresista (PNP), Humberto Cobo Estrella a tal magnitud que el presentador botó al político del espacio radial. Todo comenzó luego de que Sánchez le mostrara desde su celular una foto a Cobo Estrella de la mujer que levantó una denuncia de violencia de género en su contra lo que el candidato penepé catalogó como una fata de respeto. “Es una falta de respeto de la prensa del País, como lo han hecho, tratar de sacar el nombre de esa persona en las entrevistas, a la mujer se tiene que respetar, aunque sea una expareja mía se tiene que respetar y eso fue una falta de respeto”, dijo el penepé quien luego acusó a Sánchez de supuestamente decir el nombre de su expareja. Esto provocó la ira del presentador “Temprano en la mañana” quien rápidamente le pidió al penepé que se fuera del espacio radial. “Váyase de mi programa. Vete ahora mismo, yo no soy el que tiene una orden de protección, te pregunté el nombre. No te quiero aquí irrespetuoso”, dijo molesto Sánchez quien hasta se levantó de la silla de la que estaba sentado en la cabina. Cono Estrella fue sacado del estudio por una persona de producción, según se puedo ver en el Facebook Live del programa. Según publicó El Nuevo Día la semana pasada, Cobo Estrella, tuvo que entregar cinco armas de fuego, luego que se emitiera una orden de protección en su contra por un aparente incidente de violencia de género, registrado en 2023, pero que reportado el lunes de la semana pasada a las autoridades por una expareja. Asimismo, se indicó que al licenciado de profesión se le revocó la licencia de portación de armas.
Confinado se abre paso en la Escuela de Derecho
Con una sentencia de 105 años por un asesinato, Miguel Ángel Nieves Domínguez decidió transformar su vida y comenzó a estudiar en la Escuela de Derecho de la UPR, como parte de un acuerdo con Corrección. Lejos de colgar los guantes, Miguel Ángel Nieves Domínguez decidió dar un giro a su vida al convertirse en el primer reo que estudia Leyes en la UPR, mientras extingue su sentencia Este semestre la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico (UPR) tiene entre sus estudiantes a uno que carga entre sus documentos la responsabilidad histórica de ser el primer confinado en tener la oportunidad de demostrar lo que puede lograr la sociedad al abrir las puertas de la transformación sociocultural que ofrecen los estudios universitarios, y de paso acceder también a una verdadera ruta de rehabilitación, tal como se presume deba ocurrir con cada persona que termine tras las rejas del sistema correccional, por el delito que sea. Se trata de Miguel Ángel Nieves Domínguez, un hombre de 44 años que desde el 2011 comenzó a cumplir una larga condena a la que fue sentenciado por un crimen ocurrido en 2007, pero que este semestre comenzó a estudiar un Juris Doctor en la UPR, en lo que constituye la primera experiencia de participación presencial de un confinado en una institución universitaria en los Estados Unidos, concretada gracias a un acuerdo colaborativo entre la UPR y el Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR), así como la contribución y perseverancia de un destacado grupo de personas lideradas por Fernando Picó, que el propio Miguel se encargó de agradecer antes de atender a los medios tras interrumpir momentáneamente su jornada de estudios luego de una clase de derecho de familia. Pero Miguel no llegó a la Escuela de Derecho solo por el trabajo de otros, sino que lo logró por mérito propio. Primero, en mayo de 2022 se graduó Magna Cum Laude de bachillerato en artes del programa de Estudios Generales, como parte de un grupo de confinados que se benefició del acuerdo colaborativo entre la UPR y el DCR que permite el acceso de reos a estudios de bachillerato. Poco después, en enero de este año, fue admitido a la maestría en Administración y Gestión Cultural de la Facultad de Humanidades, donde completó un semestre. Pero como siempre había querido estudiar derecho, a través de una colaboración del programa Enlace con Escuelas Públicas y la Escuela de Derecho, tomó el examen de admisión LSAT, en el que registró la tercera mejor nota, y tras cumplir todas las formalidades, hizo historia al ser admitido en la Escuela de Derecho en agosto pasado. De hecho, según se reveló en la conferencia de prensa, fue tal la tenacidad de Miguel, que un momento dado llegó a levantar preocupación entre el personal del DCR, porque pasaba días estudiando literalmente sin descanso, desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche. Miguel, quien luce clarísimo en cuanto a la responsabilidad que carga, afirmó estar “bien honrado” por lo que está ocurriendo, y agradecido de “los titánicos esfuerzos que se han hecho para que hoy podamos contar esta historia”. Repasó que, antes de dar el paso a la universidad, mientras estaba recluido en máxima seguridad, “estaba bien bloqueado, bien confundido”. Pero “una vez comencé en la universidad, comencé a cambiar mi perspectiva de la visión de mundo, entender cosas que no podía entender antes. Me enseñaron a apalabrar ideas, sentimientos, canalizar las emociones”. “El cambio ha sido… yo he sentido que he crecido como persona, el desarrollo que he tenido ha sido enorme”, afirmó. Explicó que se inclinó por el derecho porque “siempre he sido como bien activista” y se preocupaba cada vez que veía lo que consideraba una violación de derechos, no solo a confinados sino también a oficiales de corrección, pues desde su ingreso a prisión en el 2007 se ocupó de “empezar a buscar en las Leyes de Puerto Rico Anotadas, el Código (Penal), a mirar las leyes”. De ahí pasó a “asesorar a las personas, a los muchachos”, ayudándolos y redactándoles sus mociones por derecho propio, “hasta que me dio esta hambre de dondequiera que hubiera una violación de derecho, algo contrario a la ley que tenga que sufrir algún ser humano, ahí estaba yo”. Su empeño no ha pasado desapercibido, pues en el penal se convirtió en una especie de abogado de todos, y asegura que “los muchachos saben y conocen la importancia de esto, saben el peso que yo cargo encima como representación de ellos”, de manera que le aseguran su espacio para poder estudiar. De manera similar, los oficiales correccionales “me han ayudado mucho”. Afirmó que vive “estudiando”, pues que se levanta a las 5:00 a.m. y una vez desayuna, “empiezo a leer”, hasta la hora de salir. Llega a la universidad y “estudio hasta que venga una clase. Salgo de la clase a estudiar otra vez, a leer. Almuerzo y leo. Vamos a otra clase, salgo de la clase, me quedo leyendo”, y al regresar descansa por unas dos horas “y vuelvo otra vez a la pelea, a estudiar, hasta las 10:00 p.m. a veces hasta las 12:00 a.m., y esa es mi rutina, de lunes a domingo, no hay días libres, para poder cumplir con esto”. Aseguró que “me gustan todas las clases, todas me llaman la atención”, y por doquier ve la oportunidad de plantear sus preocupaciones, “porque mi interés en esto es precisamente la transformación social, cómo con estas herramientas, con estos recursos aporto mi granito de arena a un cambio social, a trabajar con los problemas sociales”. Mirando al futuro, sostuvo que, “como activista que soy, que no puedo estarme quieto, me veo trabajando con esto, con derecho. Tengo unas metas establecidas, sé lo que quiero, sé a dónde voy, y me veo trabajando con las comunidades marginadas”, pues “vengo de ahí, vengo de sufrir, soy producto de sufrir la ley. Y me encamino a provocar cambios, a ser un modelo para estos que están detrás